martes, 25 de marzo de 2008


Bajaron con las alas enfundadas, paseando cual guardianes entre las voces distantes y tocando con sus dedos la experiencia de los vivos. Bajaron callados, porque las palabras más claras hablaban desde el pensamiento, ordenadas todas ellas para condesar la vida, para expresar convencidas un deber necesario o una voluntad insistente.

Un recuerdo vano...

Eternos espectadores de una experiencia infinita, sentida, fieramente humana, y enteramente presos del anhelo del que aspira a arrancar el telón para ser parte activa del feliz teatro del mundo, vagaban por las calles en busca de un papel que representar de la mano de los hombres.

Solo algunos
lo encontraron...

(Y empezó la obra...)