domingo, 25 de noviembre de 2007

Le parecía increible el modo en que había conseguido retratar toda esa sensualidad en apenas solo un gesto. Una pintura no puede captar con tanta intensidad una emoción humana, no puede ser que algo tan físico y tan mental como ese placer pueda ser plasmado sobre un lienzo y evocar tan vivamente la sensación que lo inspira.
La Madonna de Munch está absorta en un sueño profundo, en un profundo placer sexual y toda la realidad se deforma a su alrededor perdiendo por completo su importancia. Ya ni siquiera existe; ¡que importa que exista! ¡Puede difuminarse y disolverse entre hondas de vacío si le da la gana! El momento es tan intenso que trasciende todo lo cercano, haciéndolo desaparecer y desterrando del plano de la realidad cualquier otra existencia que no sea la del eterno placer de su poderoso orgasmo.